domingo, diciembre 02, 2007

Ciega, sorda, muda

“che vos le dijiste a fulanita que yo soy lesbiana? Porque yo no le dije nada”….

Así arranca la cosa…¿vos hablaste? ¿Cómo te atrevés a hablar de mí?

¿Con que autoridad?, “…yo pensé que eras mi amiga, que podías guardar un secreto…”

“…Mi vida es privada yo se lo digo a quien considero…”

“…Me parece de jodida que andes diciendo cosas de mi intimidad…”

Verdad a medias, tal vez nunca se haya abierto la boca para decir fulanita o menganita es lesbiana, solo se juzga por portación de antecedentes.

En la ciudad en la que vivo todo se sabe hasta lo que no se sabe.

En realidad decir “fulanita” es lesbiana, “sultanita, menganita” parece que también, son todos supuestos que no son injurias, ni mentiras, son supuestos fácilmente desmentibles, fácilmente realizables.

Cómo se tejen estos supuestos se tejen otros idénticos en relación a las relaciones heterosexuales pero que siempre guardan algún resquemor de escándalo, por ejemplo que fulanita que era novia de menganito sale ahora con el mejor amigo de él.

La cuestión de los dimes y diretes siempre, inevitablemente, está en relación al escándalo a aquello que “no debe decirse” y que por puro placer se dice y se divulga. Esto está en manos, mejor dicho en bocas, de los que hacen al entorno de quien comete la supuesta infracción.

Para bien o para mal ese entorno dice y ese decir corre como pólvora.

El caso del que me voy a ocupar no es precisamente el “del entorno que dice”, porque es como pretender hacer entrar el mar en un balde.

“El entorno que dice” es como la tierra, sea como sea, entra por las hendijas, y las partículas de información que andan por el aire de la ciudad llegan hasta distintos oídos y se acumulan, sean ciertas, semi-ciertas o inciertas del todo están tan presentes como los elementos de la naturaleza que nos permiten vivir.

Por otra parte “el entorno que dice” dice, el la mayoría de los casos, sobre bases ciertas.

La militante lésbica, que no sólo hace pública su vida de lesbiana y vive de manera relajada y ciertamente feliz su sexualidad, se convierte automáticamente, para el resto de las lesbianas ocultas, en una amenaza latente y constante en el centro de los cuestionamientos y sospechas de ser quien divulga a boca de jarro quienes son las otras lesbianas.

Lejos quedan, para estas épocas, los cuestionamientos de todo el resto de la sociedad porque esa sociedad ese “entorno que dice” ya se acostumbro (de buena o mala manera) a la disidencia sexual y porque fundamentalmente con la palabra y la voz se rompió el secreto y ya no tiene gracia hablar de una situación libremente expresada por quien la vive.

El problema gira ahora en torno de “las lesbianas que no dicen” no dicen con su voz y con su palabra porque con su cuerpos, con sus miradas, con sus gestos, con su caminar, con su accionar, con su respirar, con su vivir, a gritos expresan su lesbiandad.

Exudan disidencia. A cuadras se puede ver que no son hétero aunque se disfracen de señoras casadas con hijos y esposo amoroso, domingos de misa y cumpleaños de quince, nada les borra del cuerpo el mensaje impreso desde su propio deseo por otra mujer la potencial o concreta lesbiandad en la que están inmersas.

Sus bocas permanecerán cerradas por años tal vez por toda su triste existencia pero sus cuerpos, hasta el último de sus poros, dirá a gritos sus deseos.

Ellas necesitarán poner entonces la denuncia de sus células en bocas de otras.

Ellas, las silenciosas, las ocultadoras, las maquilladas, las serias y heteromentirosas encontrarán en blanco perfecto para huir de una realidad que las atropellas, las enmudece y las ensordece.

Así las militantes expuestas, las que pretendemos dar pelea a la discriminación y a la exclusión, las que creemos que poniéndole el cuerpo al sistema lograremos igualarnos en derechos nos convertimos en una amenaza terrible para las lesbianas ocultas.

Somos una latente perturbación para las otras lesbianas que viven al filo de la realidad

Somos sus enemigas, somos las delatoras, somos las buchonas.

A la vez en esa esquizofrenia casi incomprensible, para quienes vivimos despojadas ya de tanta paranoia, las chicas ocultas, buscan encontrarse con nuestro discurso, buscan estar cerca oírnos, discutirnos, cuestionarnos pero estar cerca, desde luego en la comodidad de algún oculto espacio para que no las vayan a confundir.

A las filas de cuestionamientos y complicaciones que se tienen ya por el solo hecho de ser lesbiana en un mundo héterosexualizado debemos sumarle el cuestionamiento y juzgamiento de nuestras propias compañeras. Se cruzan de vereda y nos señalan, acusadoras, por ser visibles, por ser militantes aunque en el fondo sea simplemente por ser atrevidas y vivir felices.

De alguna manera se dividen las mismas aguas y encontramos más enemigas adentro que afuera. Encontramos más soledad en compañía de nuestras supuestamente pares que con quienes hasta hace poco nos querían borrar de la faz de la tierra.

Nos desencontramos con quienes sienten lo mismo que nosotras.

sábado, octubre 27, 2007

En el diario no hablaban de ti ni de mi

“…Hoy amor, como siempre
el diario no hablaba de ti, ni de mí…”

(Eclipse de mar - Joaquín Sabina)


Hoy amor igual que ayer, como siempre,

busco entre las páginas de los diarios

noticias del amor entre mujeres.

¿Podrá ser una noticia el amor en estos días?

¿Y el amor entre mujeres?

Igualmente con esta obstinada

e inocente costumbre de buscar

me hundo entre las letras

que nada dicen de vos ni de mí.

¡Que ocurrencia la mía!

¿Quién podría publicar una noticia

que no contenga sangre,

que no provoque miedo

y que por el contrario vislumbre la posibilidad

de una vida llena de lindos días?

Me imagino titulares con grandes letras

en la portada de los diarios

“mujeres que se aman viven felices”.

“Mujeres enamoradas construyen un hogar colmado de esperanzas”. “mujeres felices se atreven a soñar”

Sería bueno leer titulares así en estos días tan llenos de miseria, tristeza y humedad.

Hoy amor igual que ayer como siempre,

nadie cuenta nuestras historias,

nadie habla de mesas con manteles coloridos,

de camas dobles en las que dos mujeres se acarician hasta llorar de placer y de emoción,

de paredes con cuadritos que encierran

los rostros luminosos de dos chicas,

que con ojos entrecerrados por la risa,

se burlan de los que nada cuentan en los diarios.

Hoy amor igual que ayer como siempre,

Como hace siglos, busco que alguien diga

que vos y yo y otras tantas existimos.

Hoy amor no hay finales felices,

porque la felicidad no se encuentra

a la vuelta de la esquina,

porque se reseca la garganta de tanto grito inútil,

porque el silencio se ha instalado en las bocas de tantas mujeres que viven en secreto.

Ha de ser por eso que los diarios nada dicen

de vos ni de mi, ni de las otras que andan por ahí.

Hoy amor igual que ayer, como siempre,

busco entre las páginas de los diarios

noticias del amor entre mujeres.

Hoy amor igual que ayer,

como siempre en el diario no hablaban de ti ni de mí.

Porque las noticias no cuentan historias de mujeres

y mucho menos de lesbianas.


Gal.

lunes, julio 02, 2007

Ser o no ser ¿?


Aún estoy tratando de contestarme una pregunta. Una pregunta que nadie, más que yo, se ha atrevido a hacerme, ¿por qué soy lesbiana?

Creo que hay causas en la historia personal que van marcando el camino de las elecciones. Al menos eso es lo que me ha dicho mi psicóloga y por ahora me cierra

Lo cierto es que tenía muy claro que “no quería ser”.

No quería ser madre, no quería ser esposa, no quería ser una mujer domesticada, no quería dedicarle la vida a ningún hombre, ni a Dios, (aunque en alguna época lo pensaba, pero era una fantasía…un convento lleno de bellas monjas para mi solita.)

Yo quería ser una mujer intelectual. Dedicarme a una profesión (aunque aún hoy no sepa cual). Quería vivir sola en un pequeño departamento con ventanas a la calle por donde entrara el sol de la mañana, y como decía Celeste Carballo “tomarme unos mates y regar las plantas”.Soñaba con tener muchos amigos y amigas y tener una vida social muy activa. Viajar mucho, conocer gente nueva todo el tiempo, escribir, sacar fotos, andar en bicicleta. Quería algo que me hiciera brillar. Ser hermosa y admirada por mi talento.

Eso quería y hasta allí la elección del estado civil apropiado para tales fines era “ser soltera”. No tardaron mis “tías solteras” en desilusionarme y hacerme saber que luego de un tiempo de ser soltera una mujer se convierte en solterona y eso sonaba feo. Aunque yo no me pensaba solterona yo me pensaba intelectualmente activa y eso a me hacía sentir joven. Por el contrario imaginarme ama de casa envejecida y acompañando a un hombre que no hiciera más que escuchar fútbol por la radio mientras iba de mi brazo, un domingo por la tarde, me provocaba una angustia dolorosa.

Viví toda mi adolescencia y buena parte de mi adultez (si es que ese estado se realizó en mi) dentro de mi casa leyendo y mirando televisión, escuchando radio, escuchando buena música, viendo películas extrañas, yendo sola al cine y “autocomplaciéndome” en todo lo que pude. Evitando así cualquier contacto con el sexo opuesto, demasiado opuestopara mi gusto. No era tan necesario mantenerme encerrada, mi físico no ayudaba y mis conceptos intelectuales espantaban al más guapo. Pero, por las dudas, yo seguía encerrada además todo el afuera era irrelevante, mediocre y aburrido, casi tanto como en estas épocas, la idiotez de la gente de mi edad era suprema, las chicas solo hablaban de salir con chicos y se la pasaban arreglándose para gustar a los hombres. Las pobres chicas sin proyectos que en breve se convertirían en madres y esposas no querían juntarse conmigo. Los chicos eran unos tontos con los que no se podía hablar de ningún tema interesante así que para que socializar en tales términos.

Podría decir que yo era una chica solitaria y que de vez en vez encontraba alguna que otra compañera con la que podía compartir mis extraños gustos, pero duraba hasta que la chica conocía a un chico. Como la historia se repetía y se repetía yo optaba por charlar con gente adulta, que muchas veces me halagaba por mi madurez.

De allí a ser lesbiana, al parecer, no estaba muy lejos. Permanecer sola, sin dejarme arrastrar por la vorágine de la norma social ya había sido todo un logro. Permanecer virgen y sin intenciones de cambiar de estado preocupaba a algunas personas de mi entorno que no dudaban en armarme citas con algún conocido soltero y codiciado, a los que, desde luego, no les daba ni la hora. Era en esos momentos fatales que surgía la preguntita ¿che vos no serás…? Mmm no te gustarán las mujeres no?, vos sos rara ... afirmando que algo extraño pasaba conmigo.

Rara era, desde luego no había que ser demasiado observador para darse cuenta que no era como el resto de las chicas de mi edad. No era rara por tener tres ojos o cinco brazos, el prototipo cuasi humano se veía bastante intacto. La rareza consistía en “no ser” lo que debía ser para el momento y el entorno que lo demandaba.

¿Si me gustaban las mujeres? bueno eso era algo que no podía responder a la ligera.Debía pensar un poco en ese termino. Gustarme las mujeres, me gustaban al menos los primeros años de mi infancia me gustaba mi mamá, mi abuela, alguna que otra tía, mi señorita de primer grado, me gustaba que me acariciaran y me abrazaran que me hicieran halagos que me llevaran de la mano a la plaza, que me llevaran de compras y que me dijeran que era hermosa y lo más importante de sus vidas. Si eso era que me gustaran las mujeres!?.. Me gustaban, me gustaba que me amaran y que me cuidaran y sobre todo que estuvieran todo el tiempo conmigo.

Pensando un poco más lejos de la relación filial y amorosa ¿me había gustado alguna mujer que no fuera de mi familia? Y cómo me había gustado sin que mediara una relación afectiva? ¿Ser lesbiana era solo gustar de una mujer? ¿Era sentirse cerca de una mujer aunque esa mujer estuviera muy lejos? ¿Era sentirse feliz con una mujer? Hasta cierto momento de mi vida la palabra “deseo” no existía en mi lenguaje o no se atrevía a brotar en mi lengua y en mi cuerpo mucho menos en relación a una mujer.

¿Cuál fue entonces el indicador de mi “ser lesbiana”? …los años me fueron demostrando que desde siempre mi inclinación hacia ciertas mujeres fue más que un gusto, un placer. Entender el placer por estar entre o con mujeres llevó mucho tiempo (aún esta en proceso), entender el por qué del placer llevó otros muchos, muchos procesos aún en pleno desarrollo

La cuestión es que del escapar compulsivamente de ser heterosexual a ser lesbiana hubo un buen tiempo de espera y maduración. De buscarme a encontrarme hubo mucho camino recorrido, mucha búsqueda y muchas preguntas.

¿Por qué se me ocurrió ser lesbiana teniendo en cuenta que el solo hecho de no ser heterosexual implicaba un conflicto. Sabiendo que el camino sería difícil, a contramano. A sabiendas que este camino sería doloroso y sobre todo silencioso, muy silencioso o mejor dicho silenciado?.

Mas allá del gran temor a ser aquello de lo que no tenía noticias, ni referencias, más que comparaciones con mujeres feas, masculinizadas y silenciosas de las que casi nadie quería hablar, yo avanzaba, obstinada, en tinieblas, a tientas por los recovecos de mi cuerpo, buscando y buscando las respuestas. No había mucho que responderme a mi misma, tal vez los interrogantes eran ajenos, no míos, yo sabía lo que “no quería ser” esa era la respuesta más puntual y lo que quería ser era algo prohibido, oculto, feo, enfermo y que no debía ser. Aún así yo sabía lo que “no quería ser”.

Más que una ocurrencia, entonces, podría concluir que “no ser” era una certeza ciega y terca pero una certeza que desactivaba lo que se me imponía. Era una forma de tomar grandes riesgos, desafiar a la mayoría, discutirle a la vida pre fabricada y determinada por otros. Era pelear contra un sistema enorme e invisible del cual mi pequeña cabeza no conocía nisiquiera la forma, pero con seguridad, monstruoso y no querido.

No pertenecer al montón, que no se cuestionaba nada, me daba esperanzas y tiempo para buscar dentro de mí y acertar que no estaba equivocada en mi rebeldía y sobre todo que el camino, por enmarañado que se presentara, guardaba un sitio de luz para mi.

Las palabras adecuadas

Como todos los 8 de marzo, sufro una especie de dolor de estómago, pero que no se aloja unicamente en el estómago físico, se adentra en algún lugar del cuerpo que me revuelve las tripas de las ganas y las certezas.

Los homenajes vacíos, a señoras que andan por la vida, las palabritas solidarias, las florcitas baratas, las promociones por el día "d", los politiquitos que aprovechan la ocasión para prometer sus mierditas oportunistas.
En fin el asco y la bronca me invaden, además, porque la mayoría de las señoras andan contentas con tamañas sonseras.
"Al menos se acuerdan de nosotras" dicen unas, otras resignadas dicen "bueno pero algo es algo" y las más se sienten como pimpollos de los jardines de los señores que las halagan por andar portando un útero que les es útil a sus fines.

En definitiva no es más que la política del violento, te martirizan 364 días y uno al año te hacen un regalito miserable.

Y el revoltijo se agudiza cuando intento compartir mis pensamientos con mis ¿pares? discutir y discutir, que esto no es más que mercantilizar un día de lucha, intentar que razonen que es un día de lucha por nuestra dignidad, es como explicar física cuántica a un simio bebe.

No son mis pares tontas ni ignorante, ni estúpidas, ni hacen todo esto porque quieren, son solo mujeres, mujeres que han consumido desde que nacieron este discursito de ser sirvientas y de ser mínimas expresiones de la costilla del señor dueño del planeta y sus criaturas, el hombre.

A mis pares aún les falta verse, desde luego, ¿en que momento se van a ver si nacen y mueren sirviendo a otros y otras?.

En fin creo que hay grandes mujeres que ven y dicen, de manera mucho más poética y sensata esto que trato de decir yo, mujeres que honran con sus letras la existencia y la lucha de quienes no nos permitimos claudicar.


OBRERAS DEL PLACER

En un creciente escenario de militarización, el Estado criminaliza el placer de las mujeres y autoriza la violencia contra nuestros cuerpos. El útero es el órgano confiscado. En la historia de los hombres y de dios, hemos sido capturadas en cuerpos para reproducir, para criar hijos, para servir, para agradar, para acatar. En el capitalismo, el placer es una mercancía, somos sirvientas del placer para los otros. La precarización laboral define el tiempo de la esclavitud sexual. La plusvalía para el capital, su ganancia emocional, es nuestro agotamiento corporal. La herida, el golpe, la ley, la moral, la mirada, el asesinato, la hoguera, la cárcel, el hambre, han sido los castigos por transgredir el principio de obediencia. El neoliberalismo nos alza como trofeo de la igualdad, con su sonrisa esperpéntica que acata y calla la pobreza que nos mata. La coerción y la restricción son las marcas de la desigualdad, que oferta comportamientos uniformes en las góndolas de la represión. Todo escenario de guerra nos degrada.

Somos las trabajadoras con cuerpos improductivos contra la explotación,

las obreras que hacemos de lo habitual la ocasión para el espasmo, para el filo del goce,

las artesanas que abandonan la pasividad para encender la intensidad del tiempo

las cautivas que destruyen las prisiones de la piel que nos niegan,

las historiadoras que trazan la desclasificación de los archivos seriales del erotismo,

las fabuladoras de pensar insatisfecho que siembran dudas, sospechas y discordia

las costureras de los hilos de rebeldía

las practicantes del arte del descalce y el intervalo que desorganiza el pacto de la mecánica machista

las constructoras que ensayan respuestas a la arquitectura de la violencia

las aventureras que experimentan formas de modificar la vida

las intrépidas que rompen la ortodoxia del placer genital

las terroristas que boicotean las lógicas patriarcales

las expropiadoras del excedente del trabajo, haciendo de la obligación una razón perecedera

las divorciadas de la matriz “femenina”, de los modelos de renuncia, abnegación y sacrificio extremo

las arqueólogas de una literatura de deriva, enterrada, provocadora, que altera el “orden natural” del silencio

la mano de obra desocupada para nuestra masturbación colectiva, para las nuevas formas de hacer sexo

las predicadoras que tienen pertenencias móviles, juegos indebidos, signos indescifrables

las cocineras que hornean presentes que hierven

Porque para las mujeres obreras del placer, el placer:

es la autodeterminación, es decir NO

es una pertinaz insistencia de vida,

es el mapa de los micropoderes posibles ,

es el fluido de la conciencia que busca el consentimiento,

es el orificio por el que escapan los sonidos de la ira,

es un agradable accidente que interrumpe el escandaloso paisaje de una vida apabullada por el acoso,

es un giro en la cuadrícula de la dominación patriarcal,

es la migración hacia el territorio inexplorado de las palabras,

es la sustitución del devenir vergüenza en devenir orgullo,

es el ejercicio diario de frustrar el diseño sumiso de las mujeres,

es la hendidura en la plana imaginería del consumo y el lucro,

es la estimulación intensa del cuerpo sin zonas rojas,

es una extrañeza en la geografía moral del cuerpo,

es la subversión de las jerarquías de poder,

es la discontinuidad con el testimonio de la penitencia,

es el desvío hacia una justicia sensible,

es la vibración nocturna en la oscilación del sueño,

es un invento ante el desgaste del discurso,

es la alteración de la coherencia del deseo,

es la distancia entre la satisfacción y el olvido.

Entre herencias de dictaduras y gritos de la tortura doméstica,

las mujeres estamos afilando la lengua…

fugitivas del desierto – lesbianas feministas

8 de marzo del 2007.

domingo, febrero 11, 2007

Dudas sobre la maternidad ¿?

Me causa mucha extrañeza oír a mujeres jóvenes angustiadas porque aún no han conseguido tener un hijo o hija. Desde luego yo ya ni me gasto en explicar el porque a mi edad no he sido madre aún y con ese “aún” pretenden dejar abierta la posibilidad de que en algún momento pueda serlo. Por estas épocas, un poco más vieja y más cansada, para no salirles con el tremendo argumento, digo que “aún” tengo tiempo para pensarlo. Puede parecer una cobarde actitud la mía pero en realidad es para que no me jodan.

Esta sensación de angustia que muchas mujeres sienten por la "no maternidad", tan incomprensible para mi, no ha de ser más que el machaque constante que se ha hecho sobre las mujeres durante siglos. No ser madre es automáticamente no ser nada, no ser mujer, no ser productiva, estar yerma, estar fuera. No ser madre es frenar el mecanismo infernal de este menudo parquecito de diversiones.

Tal parece que este mecanismo, llámese sistema, llámese cultura, se ha encargado de hacernos sentir, a todas las mujeres, unas infelices si no parimos, como si no fuéramos capaces de crear, parir y hacer obras inmensamente hermosas, inmensamente nuestras.

No dejo de pensar en que podría haber sucedido en este mundo, si por un instante las mujeres hubieran advertido la jugarreta del sistema y se hubieran dedicado a parirse ellas mismas, a concebir sus ganas y sus deseos sin involucrar a un/una tercera en discordia. A prodigarse tantas caricias y tantos cuidados, cómo lo hacen con sus recién nacidos, a ellas mismas.

¿Qué sería de este mundo si las mujeres fueran las paridoras de sus propias ganas de sus propios proyectos y sobre todo si se dedicaran a hacerse felices, ha hacerse comiditas nutritivas, a arroparse y cuidarse de todo mal?

¿Qué sería de este mundo si las mujeres decidiéramos ser nuestras propias dueñas, nuestra concepción y nuestra obra maestra?

jueves, enero 25, 2007

Madre hay una sola, menos mal!

Chubut Enero 2006

Macabro hallazgo

Convivió 2 años con su hija muerta en la cama

Una mujer de sesenta años fue internada en un neuropsiquiátrico de la ciudad de Comodoro Rivadavia luego de que la Policía comprobara que convivió durante dos años con el cadáver de su hija, que estaba momificado en una precaria vivienda del barrio Ceferino Namuncurá. La joven tenía 20 años se llamaba Susana.

Pobre Susanita antes de convertida en momia debe haber tenido que soportar la violencia y la locura de su madre.

Pobre niña que vida habrá tenido.

Imagino las muchas madres que se habrán espantado con los morbosos detalles, que jamás faltan en noticias así.

Imagino a muchos y muchas haciendo observaciones al respecto. De seguro lectores y lectoras guardaran unas pocas horas esta horrible información y a seguir “no hay que llorar que la vida es un carnaval…”

La gran mayoría de mujeres, que se espantan con estas noticias, no se dan por aludidas, no se sienten tocadas en su maternidad, se sienten ajenas y muy buenas, en comparación con la enferma mujer que acabó con la vida de su hija y la eternizó a su lado.

A lo largo de la historia y a cada segundo miles de madres “momifican” psicológicamente, de manera sutil y con todas las herramientas de la cultura, a niñas que luego serán madres.

De manera armoniosa, de manera natural y con la aseveración contundente e indiscutible de: “es por tu bien” se va filtrando por los cuerpos de las mujeres lo que se debe hacer.

Así tenemos hijas que permanecerán solteras eternamente, desde luego sin quererlo, para cuidar y hacerse cargo de sus padres hermanos y familiares.

Hijas que se casaran con hombres que no aman ni desean y se verán forzadas a soportar un matrimonio por motivo similares a los de la soltería.

Hijas convertidas en confidentes, amigas y psicólogas de sus madres, quienes cuentan con lujos de detalles, las tropelías cometidas por el tipo con el que noche a noche duermen tranquilas, convirtiendo a sus hijas en cómplices de la victimización de la madre santa.

Madres que visten a sus nenas con atuendo prostibulario y las venden al mejor postor, o las llevan a la tele o a castin de agencias de modelos.

Madres todopoderosas que ante el mínimo atisbo de lesbianismo de sus hijas desbaratan la jugada con el discursito de: “una vida normal es una vida feliz” y muestran que tan linda es la vida junto a un hombre y lo bien que le va a las mujeres “normales” y/o amenazan con enviarlas a pasar una temporada a un hospital psiquiátrico, porque, aseguran que sus hijas están enfermas y hay que curarlas.

Madres que repiten una y mil veces los rituales secretos de la felicidad simulada, madres que rezan, madres que obligan a abortar, madres que obligan a parir, madres que cierran sus ojos ante la inminente realidad de convivir con un violador, madres que obligan a vivir y permanecer en este mundo solo para que ellas no sufran.

Las madres de las madres de las madres han impuesto a sangre y fuego lo que a ellas les han impuesto a sangre y fuego, cualquier método es válido a los fines de evitar el goce pleno, la felicidad y la libertad de las mujeres

La imagen de una joven momificada y su madre desquiciada manteniendo a su hija muerta durante dos años dentro de su casa es solo el extremo, rodeado de detalles morbosos e inflado por la prensa, solo hay que mirar bien a nuestro alrededor, oír con atención los discursos de las mamis, navegar un poquito dentro de historias familiares y no tardará en aparecer, como una sombra desdibujada, la madre momificadora que con técnicas milenarias y no menos agresivas van convirtiendo a las niñas en objetos a merced de su amor maternal.

lunes, enero 22, 2007

Maternidad y omnipotencia

Vuelvo al tema de la maternidad porque es el tema eje en el psicoanálisis y en la vida cotidiana. Porque todas nacemos de madres, mujeres y ese vínculo, para bien o para mal, se convierte en indisoluble. Nadie se puede divorciar de su madre y hacerle un juicio por los estragos causados. Así se ha ido conformando una sociedad nacida de mujeres, educada y moldeada por mujeres. El discurso heteropatriarcal ha sido transferido mayoritariamente por mujeres en el marco del cotidiano y cálido seno hogareño.

Las mujeres estamos marcadas por el omnipresente mandato maternal, se nos ha metido muy dentro del lenguaje, de la piel y de nuestras mentes.
La sociedad mira con ojos alucinados a las madres, la venera, la idolatra.
La maternidad vuelve a las mujeres más bellas más luminosas, más jóvenes, más santas, desde luego porque la maternidad vendría a justificar el soberano revolcón que las mujeres tuvieron exactamente nueve meses antes de convertirse en esa magnifica figura digna de adoración y respeto. La enorme panza vendría a ser el árbol que tapa el bosque de lujuria, la noche de sexo, gemidos, eyaculaciones, contorciones placer y sudor que dan origen a la criatura.

Las madres son omnipotentes, soberbias e indiscutibles. Cómo para no serlo! han tenido el poder de crear un ser humano, lo han mantenido con vida a través de su sangre, le han construido párpados y luz en los ojos, le han hecho riñones, dedos piernas, sexo hasta cerebro. Los han traído al mundo a través del dolor, y esto estará presente en cada bocanada de aire que el ser respire, para no olvidar jamás que tan grande ha sido la entrega hacia el hijo-hija amada. Con este discurso gobernaran la vida entera de su amada cría.

Así pues las mujeres andamos por la vida con la carga indiscutible del deber ser. No importa si en ese deber ser quedan deseos truncados. Lo importante para el sistema es que las mujeres seamos funcionales. Parir y reproducir expandirse, generar hijos e hijas para la patria para la infernal maquinaria de la guerra, para el mercado de la prostitución, para el mercado de los medios, para el mercado de la droga, para alimentar al hambriento volcán que humea desde el nacimiento del sol.

Así pues sin darse cuenta la mayoría de las mujeres desea, con febril ansia, parir ser madre, ser poderosa, hacer una extensión de su cuerpo, una sucursal de sus anhelos en un cuerpito nuevo hecho a la perfección por su propio cuerpo, rellenarlo luego con sus ideas y sus ganas truncadas y ver andar su maravillosa creación.

A las mujeres el sistema, el que sostiene un discurso hegemónico, autoritario y absolutamente misógino les ha conferido un único poder, el de ser madres y a cambio de la abnegación y entrega les han regalado un alo de santidad al que nunca desearan renunciar.

domingo, enero 21, 2007

Cómo paso tanto tiempo, tanta primavera sin ninguna flor?

Las fiestas de Navidad, Fin de Año, celebraciones anteriores y posteriores todas rodeadas de comida, bebida, baile y jolgorio, mas el infernal calor que está haciendo por estos tiempos me han alejado de la Pc. Pero no de mis análisis exhaustivos en torno a la realidad lésbica.

Lejos estoy ya del mundo de la militancia por estas épocas. Me he cansado de tantas idas y vueltas y ninguna concreción. El sistema así lo ha armado, discusiones larguísimas, peleas intestinas, diferencias insalvables, todo para hacer lo que se debe quedarse quieta y no salir del enredo cotidiano. El sistema es un bicho inteligente que nos devora de a poquito la cabeza. Habiendo comprendido cómo funciona este macabro mecanismo he decidido ir hacia adentro de mis propias complicaciones antes de pretender construir con otras algo, que en realidad ni las otras ni yo sabemos bien que es. Me dedicaré pues, en estos tiempos, a definir mi propia forma de reproducir el sistema.

Me dedicaré, entonces, a generar mis propias teorías, que de seguro ni serán propias ni serán teorías, pero son, definitivamente, mi forma de creer en lo que creo, después de todo esto es la web y este es mi blog por lo que puedo decir lo que se me ocurra!

Lo mejor será saber que pasa con quienes me leen, lo mejor será volver a esa conexión con las otras que andan allí buscando y encontrando. Lo mejor es no claudicar nunca, aunque sea discutiendo conmigo misma o con las que pasen y lean.

Cariños para todas y en breve vengo con todo!!!!