lunes, octubre 30, 2006

Aplausos para las L world


Por primera vez tenemos el honor de ver, en la televisión, una tira sobre lesbianas. Era de esperarse que esa tira la hiciera la TV yanqui, era de esperarse que las chicas L fueran divinas y con mucho dinero.

Así para quienes no la han visto todavía les voy a ir detallando los personajes que en esta serie desfilan y que todos los sábado vemos por w chanel, porque a falta de pan nacional buenas son las tortas extranjeras.

Me tomo la libertad de ir describiéndolas en orden de insoportabilidad, total el blog en mío! Y estoy contando una ficción no me tiren con cuchillos tirenme con tenedor....

Jenny: La conflictuada que no es escritora, no es heterosexual, no es lesbiana y encima se hizo un corte de pelo que le queda espantoso.No sabe bien que es lo que le sucede. Tuvo un novio que la encontró teniendo sexo con la dueña del bar “The Planet” Marina. Luego de un buen escándalo se arrepintió de su experiencia lésbica, abandonó a Marina y se casó con el muchacho, que estaba pendiente de hacerla gozar como un buen hombre, para que a ella no se le ocurriera de nuevo andar con chicas. Marina, se fue a Europa a suicidarse. En los nuevos capítulos se está develando la causa del extravió sexual de la señorita Jenny. Parece que esta chica además de arrastrar, desde su infancia, un aberrante suceso está terriblemente sola. Sus amigas “L” están muy ocupadas en sus propias historietas, ninguna de ellas preguntó jamás qué le sucedía a la conflictiva Jenny. Tampoco se les ocurrió facilitarle unas monedas para que se pague una buena psicóloga.


Bette:

Esta es la peor de todas medio blanca, medio negra, medio latina medio, triunfadora, medio violenta, medio comprometida, medio amorosa. A mitad de camino de todo. Vive con una linda chica rubia en una hermosa casa . Trabaja mucho, no tiene tiempo para su pareja, a la cual no le admite ningún tipo de reclamo, pero con quien desea tener hijitos. Se da el lujo de levantarse las chicas que le gustan pero lo hace solo de vez en cuando y luego pide perdón y pretende que todo siga igual.

Todo pasa por su ombligo, el mundo gira a su alrededor ella tiene prioridades: su deseo, su dolor, su trabajo, sus conflictos, sus compromisos, su cansancio, sus proyectos y cuando le queda tiempo su “amada mujer” que la contiene y le hace la comidita.

Tina

La pareja de Bette que soporta todo tipo de maltratos pero que tuvo su momento de ira golpeando a su pareja infiel, haciéndole el amor luego (como dice una “vieja” amiga mía) como para demostrarle quien es ella ¡qué joder!. Luego se fue para castigarla como se debe. Comenzó a tramitar la separación con una súper abogada lesbiana poderosa que la defendía de las monstruosidades de su ex y que luego la apretó para llevársela a la cama. La muy desagradecida no quiso saber nada! Porque estaba embarazada y en nombre de la criatura vuelve a los brazos de la inefable Bette que sigue en su mundito de problemas y que necesita el paño de lágrimas de la madre de su hijo o hija (aún no nació, por lo menos, en los capítulos que se ven en Argentina.)

Dana

la tensita top que se mostraba y que no se mostraba que era y no que no sabía cómo hacer y de repente le cae la novia manager (quien no querría tener una en la mesita de luz) que le arma todo el circo, una campaña publicitaria en donde la vende como “la lesbiana tensita” y se llenan de plata, luego arma el casamiento vip y lo publicita a los cuatro vientos incluyendo a los padres de la tensita que nunca habían sospechado nada. Los viejos re chochos con la nuerita o yernita (todavía no se como se debería decir) Desde luego esto no es gratarola la manager cobró cuanto suceso pudo y cuando encontró una niña más joven y con más dinero para promocionar voló como una gavieta. La tensita, mientras su novia digitaba sus pasos, se pegaba la fiestita de despedida de soltera con su vieja amiga Alice en una escena igualita a la de “nueve semanas y media” comiendo frutillas de la heladera champagne y un montón de clichés remanidos.

Alice

Esta es la bisexual de la historia que se relaciona con varones lesbianos, rarezas de la geografía norteamericana que guarda estas especies. Ella sostiene que los varones la complacen mucho, más si los chicos acceden a vestirse como mujer. Siempre estuvo enamorada de la tensita pero nunca se animó a decirle nada. Se le prendió la lamparita al ver que su amada amiguita se casaría y en un ataque de honestidad bruta le dijo: Te amo! Seamos amigas pero te amo, no nos toquemos, mantengamos la distancia, pero te amo! Hasta que terminaron como dios manda en la escena patética de “nueva semanas y media”

Shane

Esta es la típica escapadora, se quemó con leche y ahora ve una vaca lesbiana y corre kilómetros. Solo se dedica a mantener relaciones sexuales a lo play boy en este caso play girl aunque en la mayoría de las escenas de sexo se la ve dominante y en maniobras sexuales de tipo masculinas. Su look es el de machito ganador. No deja títere con cabeza todos los colectivos la dejan en la esquina, no le hace asco a nada. No se deja atrapar, se hace la difícil, es rebelde. A pesar de sus esfuerzos cayó en la típica trampa de la mujer casada que la revolcó en secreto y siguió su hermosa vida de madre heterosexual y la metió en el gran lío. La peluquera difícil sigue firme lleva a su lecho a cuanta chica linda anda por ahí, rompe corazones y no duerme con nadie.

Hay más personajes en esta serie que ya va por la segunda temporada y promete la tercera. Pero no me voy a detener en ellos por ahora...

La verdad es que, haciendo una descripción de los personajes, caigo en la cuenta que, de no ser por los pequeños detalles del poder adquisitivo y la producción física de estas chicas de Los Ángeles, las situaciones de poder, violencia, ambigüedad, indecisión, mentiras no son distintas en las L A (Lesbianas Argentinas) detalles más detalles menos cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Por suerte no me veo representada en ninguna de ellas.

Silencio!!!...Lesbianas militando


Luego de haber llegado al lugar que tanto deseaba y encontrarme con quienes, yo sentía eran mis pares, comenzó la ardua tarea de permanecer allí. Desde luego no es ardua la tarea cuando se disfruta de la compañía, el aprendizaje y la amistad pero se fue tornando difícil a medida que iba viendo con más claridad el mundo en el que estaba.

Así pues aquellas mujeres extraordinarias sabias, ejemplares fueron apareciendo menos ideales, mas reales, más cotidianas. Claro que esto me hacía admirarlas mas aún porque no eran tan lejanas ni tan ajenas.

Verlas y compartir con ellas me hacía crecer y pensaba que este crecimiento me llevaría lejos. Mi convicción de pertenencia y de felicidad hacía que todos lo días me levantara con la voluntad de seguir adelante, de emprender el gran cambio, de levantar la bandera de la lucha en defensa de la dignidad lésbica.

Luego de mucho y mucho andar, admito no lo suficiente como para construirme un discurso políticamente correcto, comencé a ver con claridad cosas que no me gustaban pero que suponía podían cambiar, después de todo hablábamos de cambios hablábamos de modificar la realidad que nos había formado, hablábamos de construir.

Con el tiempo fui advirtiendo que el mundo de las lesbianas, como todos los mundos conformado por humanos, tiene sus aristas, lados oscuros, pasillos con rumores, secretos bien guardados, palabras dichas al viento. El oasis en el que pensaba quedarme a vivir, porque me acogía y me daba seguridad, se tornó en un espacio en el que otra vez, una vez más, comencé a sentirme indefensa. El espacio que creía mío, que creía propio, comenzó a serme hostil ajeno a mi verdadero ser. Sentí que ver, oír y decir volvían a ser mis grandes defectos de siempre. Sentí una vez más que hablar, romper el silencio, dentro del mundo de las lesbianas, se convertía en el boleto de salida de aquel sitio que se desdibujaba ante mi triste y nueva orfandad.

En verdad nunca hubiera querido llegar a esta reflexión, pero creo que a estas alturas de mi vida y luego de mucho transitar el camino de la memoria, puedo concluir que romper el silencio en el mundo de las lesbianas fue como soplar sobre castillos de naipes. Hablar y decir lo que me parecía fuera de lugar era volver a ser la niña que cada vez que habría la boca provocaba un problema. Decir lo que veía con sinceridad, en el mundo de las lesbianas, fue como el cuento “del rey desnudo”. Lamentablemente, para mí, siento que las lesbianas que he conocido están todas vestidas con hilos invisibles y entre ellas se halagan sus bellos trajes y siguen construyendo frágiles castillos de naipes vulnerados por la verdad.