domingo, abril 30, 2006

La maternidad, una idea inconcebible


Cualquier poco seso que lea esta pequeña reflexión puede pensar que mis ideas están vinculadas a mi ser lesbiana. Para ellos valla mi escupitajo sincero.

Desde hace muchos años estoy tratando de comprender y elaborar esta cuestión de haber nacido mujer.
La estúpida obstinación de buscar explicaciones a los acontecimientos inexplicables me mantiene viva entre otras delicias que propone el beautifull World.
Ser mujer supone, inmediatamente después de perforar las pequeñitas orejas de una bebe, para calzarle los aretes que de por vida dirán que eres una “bella mujer”, una irreversible verdad e imposición: “serás madre y parirás con dolor”.
Joder, que no había algo más divertido y menos espantoso para las mujeres? Esto viene a confirmar mi teoría, que no es del agrado de muchos creyentes, que si existe un dios de seguro no es mujer y de seguro es misógino, cruel hasta macabro, porque solo en la mente de un gran perverso puede caber la idea de la procreación en tales condiciones.

En verdad, desde que analizo y expongo estas, mis raras e incomprensibles teorías, solo he tenido problemas. Ya en mi adolescencia proponía que los niños podían nacer sin la intervención de una madre. Vino a confirmarme esta loca idea una peliculita yankie que planteaba la gestación de un bebe en un laboratorio simulador del vientre materno y al cual los padres tenían acceso, viendo crecer al feto a través de un cristal. Bingo! Dije yo, contentísima, así si quiero ser madre!. Lo expuse en la clase de biología en donde se empeñaban en convencerme de lo natural y divino que era gestar y parir. La propuesta fue desechada y agraviada por se antinatural, aberrante de ficción y fría. Como si no fuera aberrante tener dentro de las viseras un ser humano que está comiendo parte del cuerpo de otro, como si fuera muy alucinante que los huesos de las mujeres se abran como compuertas para que salga ensangrentado un ser vivo por su vagina, lugar que antes y después estará vinculado al placer. Sin hablar de lo que implica todo este proceso nueve meses antes y toda una vida después. Sin contar, además, que ante mi defensa del aborto y la eutanasia querían lincharme en plena hora libre.

“…Así es la naturaleza..” se empeñaban en sostener mis profesoras, madre, abuela, tías y mujeres varias, con esa simpleza aguda, extrema y sin ningún tipo de planteo a “lo natural”. “..Así son las cosas..” “.. Las mujeres venimos preparadas para sufrir, y preparadas genéticamente para el parto...” suelen decirme mujeres más jóvenes que yo haciéndose las superadas, con una panza enorme por delante, creyéndose diosas absolutas, hermosas y luminosas, cuasi vírgenes, con un halo de verdad absoluta sólo porque están cumpliendo con el magnífico mandato divino y natural de parir. Sin pensar, ni un instante, en el facineroso acto que cometen al poner a rodar en este mundo a un ser pequeño, indefenso y frágil que estará a merced de sus antojos, y los de muchos más, que será el fruto de sus proyecciones y frustraciones, que tendrá impreso en su genética rasgos, enfermedades que no pidió, nombre, nacionalidad, raza, idioma y religión que no eligió.

Las señoronas, que están llenas de ternura e instinto maternal, no se cansan de preguntarnos, a las mujeres que pretendemos pensar, reflexionar y defender los deseos de las mujeres más allá de la animalidad del parir por parir, ¿Quiénes somos nosotras para quitarle la vida a un niño por nacer? Y yo les devuelvo la pregunta ¿Quiénes son ellas para engendrar criaturas en este mundo violento, lleno de miseria y lleno de fundamentalistas que utilizaran sus lindos niños para seguir alimentando las hogueras de la guerra?