lunes, julio 02, 2007

Las palabras adecuadas

Como todos los 8 de marzo, sufro una especie de dolor de estómago, pero que no se aloja unicamente en el estómago físico, se adentra en algún lugar del cuerpo que me revuelve las tripas de las ganas y las certezas.

Los homenajes vacíos, a señoras que andan por la vida, las palabritas solidarias, las florcitas baratas, las promociones por el día "d", los politiquitos que aprovechan la ocasión para prometer sus mierditas oportunistas.
En fin el asco y la bronca me invaden, además, porque la mayoría de las señoras andan contentas con tamañas sonseras.
"Al menos se acuerdan de nosotras" dicen unas, otras resignadas dicen "bueno pero algo es algo" y las más se sienten como pimpollos de los jardines de los señores que las halagan por andar portando un útero que les es útil a sus fines.

En definitiva no es más que la política del violento, te martirizan 364 días y uno al año te hacen un regalito miserable.

Y el revoltijo se agudiza cuando intento compartir mis pensamientos con mis ¿pares? discutir y discutir, que esto no es más que mercantilizar un día de lucha, intentar que razonen que es un día de lucha por nuestra dignidad, es como explicar física cuántica a un simio bebe.

No son mis pares tontas ni ignorante, ni estúpidas, ni hacen todo esto porque quieren, son solo mujeres, mujeres que han consumido desde que nacieron este discursito de ser sirvientas y de ser mínimas expresiones de la costilla del señor dueño del planeta y sus criaturas, el hombre.

A mis pares aún les falta verse, desde luego, ¿en que momento se van a ver si nacen y mueren sirviendo a otros y otras?.

En fin creo que hay grandes mujeres que ven y dicen, de manera mucho más poética y sensata esto que trato de decir yo, mujeres que honran con sus letras la existencia y la lucha de quienes no nos permitimos claudicar.


OBRERAS DEL PLACER

En un creciente escenario de militarización, el Estado criminaliza el placer de las mujeres y autoriza la violencia contra nuestros cuerpos. El útero es el órgano confiscado. En la historia de los hombres y de dios, hemos sido capturadas en cuerpos para reproducir, para criar hijos, para servir, para agradar, para acatar. En el capitalismo, el placer es una mercancía, somos sirvientas del placer para los otros. La precarización laboral define el tiempo de la esclavitud sexual. La plusvalía para el capital, su ganancia emocional, es nuestro agotamiento corporal. La herida, el golpe, la ley, la moral, la mirada, el asesinato, la hoguera, la cárcel, el hambre, han sido los castigos por transgredir el principio de obediencia. El neoliberalismo nos alza como trofeo de la igualdad, con su sonrisa esperpéntica que acata y calla la pobreza que nos mata. La coerción y la restricción son las marcas de la desigualdad, que oferta comportamientos uniformes en las góndolas de la represión. Todo escenario de guerra nos degrada.

Somos las trabajadoras con cuerpos improductivos contra la explotación,

las obreras que hacemos de lo habitual la ocasión para el espasmo, para el filo del goce,

las artesanas que abandonan la pasividad para encender la intensidad del tiempo

las cautivas que destruyen las prisiones de la piel que nos niegan,

las historiadoras que trazan la desclasificación de los archivos seriales del erotismo,

las fabuladoras de pensar insatisfecho que siembran dudas, sospechas y discordia

las costureras de los hilos de rebeldía

las practicantes del arte del descalce y el intervalo que desorganiza el pacto de la mecánica machista

las constructoras que ensayan respuestas a la arquitectura de la violencia

las aventureras que experimentan formas de modificar la vida

las intrépidas que rompen la ortodoxia del placer genital

las terroristas que boicotean las lógicas patriarcales

las expropiadoras del excedente del trabajo, haciendo de la obligación una razón perecedera

las divorciadas de la matriz “femenina”, de los modelos de renuncia, abnegación y sacrificio extremo

las arqueólogas de una literatura de deriva, enterrada, provocadora, que altera el “orden natural” del silencio

la mano de obra desocupada para nuestra masturbación colectiva, para las nuevas formas de hacer sexo

las predicadoras que tienen pertenencias móviles, juegos indebidos, signos indescifrables

las cocineras que hornean presentes que hierven

Porque para las mujeres obreras del placer, el placer:

es la autodeterminación, es decir NO

es una pertinaz insistencia de vida,

es el mapa de los micropoderes posibles ,

es el fluido de la conciencia que busca el consentimiento,

es el orificio por el que escapan los sonidos de la ira,

es un agradable accidente que interrumpe el escandaloso paisaje de una vida apabullada por el acoso,

es un giro en la cuadrícula de la dominación patriarcal,

es la migración hacia el territorio inexplorado de las palabras,

es la sustitución del devenir vergüenza en devenir orgullo,

es el ejercicio diario de frustrar el diseño sumiso de las mujeres,

es la hendidura en la plana imaginería del consumo y el lucro,

es la estimulación intensa del cuerpo sin zonas rojas,

es una extrañeza en la geografía moral del cuerpo,

es la subversión de las jerarquías de poder,

es la discontinuidad con el testimonio de la penitencia,

es el desvío hacia una justicia sensible,

es la vibración nocturna en la oscilación del sueño,

es un invento ante el desgaste del discurso,

es la alteración de la coherencia del deseo,

es la distancia entre la satisfacción y el olvido.

Entre herencias de dictaduras y gritos de la tortura doméstica,

las mujeres estamos afilando la lengua…

fugitivas del desierto – lesbianas feministas

8 de marzo del 2007.

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