jueves, agosto 27, 2009

De regreso

El sol baja como un globo encendido sobre un mar de autos.

Es un atardecer absurdo, tan absurdo como que vos te quedes en el andén con esos enormes ojos de lunas viéndome partir.

Intento ver, por última vez, tu cuerpo empequeñecido por la distancia.

Estas inmóvil allí esperando que levante la mano para decirte adiós.

Parecés una nena perdida que espera a su mamá.

Guardo el calor de tu boca que ahora es más caliente por el llanto.

El guarda me pregunta a dónde voy.

Yo lo miró y le digo a ninguna parte, sin ella no hay a dónde ir.


Gal

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